Cogió un cubito
de plástico rojo
y fue por la orilla,
escogiendo las conchas
que estaban enteras.
Cuando el cubo estuvo lleno,
se acercó a uno de los hoyos
y dejó caer una
con la seguridad
de que la concha
llegaría al niño
que debía existir
al otro extremo.
viernes, 27 de noviembre de 2009
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