De repente se dio cuenta:
la concha era una casa,
la orila, una puerta,
el mar, una madre,
la arena, el camino y sus avatares,
la pinza del cangrejo, el amor.
Y vio que cada nombre, tenía
mil formas
y que cada forma, podía
darse la vuelta
según el picaporte.
Cerró entonces sus ojos-cama.
domingo, 6 de diciembre de 2009
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