lunes, 27 de octubre de 2014

DESPUÉS

A veces
apetece
arrancarse
los botones
del cuerpo
para salir volando
sin peso
ni dolor
ni nada.

Ocasiones
en las que
dejas que la araña
teja su tela
y forme un capullo
con algo que ya ha muerto.

Tantas
en las que podrías
arrancarte los ojos,
y dejarlos en el anden
para que lloren
ellos solos cada vez
que un tren
se va

Y durante un minuto
uno
se muere de pena.
Justo
los sesenta segundos
que dura el luto.

Ni uno más.



1 comentario:

  1. Ojalá fueran solo esos sesenta segundos. Yo soy de llorar más los trenes.
    Precioso poema.
    Abrazo

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