Pensé que después del aguijón no había nada.
Una nada tranquila y seca.
Una nada tejida de los mismos hilos que los sueños que no recuerdas.
Dormir tendida en la nada, sin calor ni frío.
Pero la espina que antes inyectaba
susurra al oído
que sirve para más cosas.
Su forma de anzuelo, se ha tornado índice
que señala de otro modo: el que apretará el click de la cámara
justo en el punto exacto
de lo que nadie ve.
jueves, 16 de mayo de 2013
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Bendito aguijón... Una alegría volver a leerte. Besos.
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