No quiero
la tristeza ombliguera
que me dio cobijo
en las palabras.
No quiero
ser poeta para
amasar pan
sin necesidad
de añadir
sal.
No quiero
los lamentos
del lobo
-aullidos
a la luna
imposible-.
Sólo
deseo ser
la que compara
un día de abril
con tus ojos,
la que se maravilla
comiendo
frutos secos
mientras pasea,
la que se queda un segundo
sin respiración.
jueves, 7 de abril de 2011
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