Tuvo idéntica sensación,
justo en el momento de la despedida,
que le embargó aquel martes
cuando miró por última vez
su hogar de sábanas blancas
y cortinas anaranjadas
de mañana fría.
E igual que antes de cerrar la puerta
pestañeó muy fuerte
lanzando un beso al espacio
y al tiempo,
para así conseguir con cada parpadeo,
envasarse al vacío algo de ellos.
miércoles, 17 de marzo de 2010
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