Mary se toma el café con nosotras por las mañanas
y mi perra asiente cuando termino uno de sus poemas.
Le parece bien, dice con su mirada tranquila
de superviviente del último segundo
Mary se toma el café con nosotras por las mañanas
y mi perra asiente cuando termino uno de sus poemas.
Le parece bien, dice con su mirada tranquila
de superviviente del último segundo
La quietud del páramo
la continuidad de las olas lamiendo el final de lo que alcanza tu vista
la neblina que se convierte en manta suave
un sol dorado que no duele en los ojos (especial para usted, señorita, descafeinado y con una gota de leche)
algo de caos
el fin de los dramas
el horizonte es una línea infinita que acaba en ti
dentro de tu pecho
el hilo que sobresale, si lo estiras, deshará tu corazón y se convertirá en horizonte de nuevo
y la misma pregunta en tu cabeza
cada día
Los poemas de amor
son caracoles de tierra:
hermafroditas
lentos y reptilianos
Los poemas de amor
son luces largas
en una carretera secundaria
que da miedo
Los poemas de amor
son lenguas lamiendo
como tu perra te lame
Los poemas de amor
no se leen con los ojos ni con los dedos
ni tienen letras
o puntuación
Los auténticos poemas de amor
se convierten en el viento que anuncia el verano
aunque estés congelada
Un caldo
Un rastro
Un calambre en el estómago
Unos faros deslumbrantes
Una lengua animal que te enseña lo importante
La mota en el ojo
El ojo en la llaga
La mano que aprende a apartarla,
y ahí está.
Abrió la mano
y te ofreció sal
y azúcar
Te cubrió con una manta
y te puso el espejo más grande
a tus pies
Dejaste de ser mendiga
y dar para recibir
La suciedad fue soltándose
conforme te lanzabas por el tobogán
Y te dio igual el pánico a la caída
si solo podías saltar.